EDAP
La importancia de la amistad y grupos de iguales en la etapa adolescente.
Las amistades son relaciones que nos acompañan al largo de la vida, pero en la etapa de la adolescencia adquiere más transcendencia. En comparación con la niñez, las relaciones pasan a ser más estables, activas, disminuye la supervisión y el control de los adultos y aumenta la intimidad y empatía. Los adolescentes pasan a compartir más tiempo y actividades con los amigos, y estos se conviertan en un importante apoyo (Martínez, B. 2013).
Las relaciones de amistad tienen diversas influencias sobre el desarrollo de la persona en la etapa adolescente. Por un lado, contribuye en el desarrollo cognitivo, emocional del adolescente y la formación de la identidad. También influye en la adaptación social, en la adquisición y aprendizaje de valores y actitudes, habilidades sociales y control de las emociones. De hecho la buena consolidación de amistades se relaciona con la salud psicológica. Cuando más satisfecho se sientan con sus relaciones, de más recursos van a disponer para afrontar situaciones problemáticas. Y cuando más valorados se sientan por las amistades y grupos de iguales, más posibilidades de alejarse de la depresión o sentimiento de soledad (Martínez, B. 2013).
Nuestros adolescentes, pasan una gran parte de su tiempo diario en la escuela. Allí pueden llegar a escoger distintos temas académicos según el curso pero no el grupo de iguales, es decir, sus compañeros. En ese caso la integración social ya no depende de manera íntegra de las habilidades sociales de cada individuo, si no que se le suma la microcultura de las familias y normativas de la institución. Dentro de los grupos de iguales existen diferentes posiciones de poder que se pueden clasificar en cinco grandes grupos:
Adolescentes populares: son múltiples factores que pueden influir en que un adolescente sea popular. Aunque los factores psicológicos y culturales influyen, no son concluyentes. Estos alumnos suelen ser físicamente atractivos, atribuirse a destrezas académicas y en deportes, la buena relación y buen trato con el grupo. No suelen verse envueltos en peleas ni participaciones agresivas, si no que caracterizarse por la alegría, espontaneidad e interés por sus compañeros, mostrando seguridad.
Adolescentes rechazados: los alumnos que suelen estar en este grupo muestran comportamientos disruptivos o violentos. También suelen presentar déficits en ámbito académico. En este grupo también se encuentran los adolescentes que muestran signos de depresión y ansiedad. Es importante tener en cuenta que las personas rechazadas pueden continuar siéndolo en otras etapas, en la que explicaría algunos problemas emocionales en la adultez. Según Martínez, B. (2013), existen cuatro características que implica que los adolescentes permanezcan en este grupo: pobres de habilidades sociales, falta de consciencia de la existencia de problemas con los iguales, indiferencia por parte de los otros iguales ante sus cambios, anticipación del rechazo y expectativas negativas.
Adolescentes ignorados: el grupo de iguales muestran indiferencia hacia ellos. Si bien muestran ser menos sociales, a diferencia de los alumnos rechazados, respetan las normas de grupo establecidas y participan en actividades aceptadas.
Adolescentes promedio: la mayoría de adolescentes se posiciona en este grupo de iguales. Ni aceptados ni rechazados entre el grupo de iguales. Suelen mostrar habilidades sociales para relacionase entre ambos grupos aunque sin destacar.
Adolescentes controvertidos: es el grupo menos conocido. Aunque muestran aceptación en todos los grupos mencionados anteriormente, suelen ser rechazados por la mayoría. Es común en ocasiones muestren comportamientos antisociales.
Cómo se describe anteriormente, la aceptación en la etapa adolescente por parte de las amistades y grupo de iguales, será importante en su desarrollo social a lo largo de la vida. Niños que presentan rasgos propios de carecer de habilidades sociales, tienen altas probabilidades que se continúe reflejando en sus relaciones en la adolescencia y, por consecuencia, problemas emocionales en la edad adulta.
Como padres de adolescentes podemos contribuir con las relaciones con sus amistades:
Encontrando el equilibrio entre sus actividades personales con los amigos pero sin dejar de mantener actividades en familia.
Interesándonos por su vida sin invadir su privacidad.
Escuchar sin juzgar. Opinar sin juzgar.
Actuar con rapidez en caso de detectar problemas de aceptación. Recomendamos tener contacto con la escuela para actuar conjuntamente.
Gracias a una detección en edades tempranas de carencia de habilidades sociales, falta de autoestima, dificultades en la relación entre grupos de iguales o problemas en el aprendizaje, podemos prevenir con terapia que esta dificultad influya negativamente a lo largo de su vida. Un adulto con problemas emocionales puede presentar dificultades para hacer amistades, encontrar trabajo o ser aceptado por sus compañeros y dificultades para mantener relaciones afectivas.
Concluyendo, los niños que presenten un desarrollo social óptimo, tendrán más posibilidades de ser adolescentes aceptados, adultos sanos, y por consiguiente, contribuir a una sociedad mentalmente sana.
Autora: Lic. Alba Rodríguez Psicopedagoga Especialista en trastornos del aprendizaje