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Educación positiva

Ser padre es ser una como una navaja suiza. El papel no se limita simplemente a proporcionar alojamiento y comida, sino que también incluye los roles de maestro, educador, protector, etc. Pero más allá de la disciplina, ser padre también es autorizar, animar y apoyar. Significa ser capaz de reconocer las necesidades de sus hijos, sin confundirlas con sus propios deseos.


Para que un niño se desarrolle de forma sana y positiva, los padres deben tener en cuenta ciertas necesidades básicas: comer y dormir en horarios regulares, la necesidad de hacer ejercicio, socializar y sobre todo jugar. Pero además de las necesidades físicas, un niño necesita ser amado, abrazado y aceptado. Cuando estas necesidades no son satisfechas, los comportamientos negativos aparecen o se multiplican.2


Existen varios estilos de crianza: padres “helicópteros” o sobreprotectores, padres autoritarios, permisivos, alienantes… Pero dado que todos estos estilos representan un extremo del espectro, sus resultados son generalmente más negativos que positivos. Un punto medio es necesario para mantener seguro a su hijo, permitirle desarrollarse de manera saludable y ser feliz.


La educación positiva ayuda a los padres a llegar a ese punto medio.


¿Qué es la educación positiva?


¿Nunca decir “no”? ¿Aceptar todo en cualquiera ocasión? ¿Negociación ilimitada? ¿Evitación sistemática de riesgos?


Nada que ver.


La educación positiva surgió en los años 2000. Es una combinación de las investigaciones de varios pioneros en psicología y educación, como Marshall Rosenberg, Carl Rogers, Thomas Gordon, Alfred Adler, Rudolf Dreikurs, Alice Miller, Adèle Faber, Elaine Mazlish… 2

A diferencia de los dos estilos educativos populares – la crianza "en helicóptero" y la crianza permisiva – la educación positiva promueve el establecimiento de límites y una comunicación clara, ambos fundamentales para construir una relación de confianza entre padres e hijos.


Un niño debe tomar riesgos. Así aprende, descubre el mundo y establece sus límites. Pero ¡cuidado! Si bien es normal que un niño tome riesgos, debe hacerlo bajo la atenta mirada de sus padres, sabiendo así que está a salvo. La noción de "¡adelante, pero ten cuidado!"

En una relación de confianza, el niño se siente seguro y desarrolla una autoestima positiva. Por lo contrario, padres preocupados, que no permiten experimentar, correr riesgos (caminar, subir árboles...) o que usan palabras hirientes, hacen que baje su autoestima del niño.


Este suele ser el origen de muchos otros fracasos. Aparecen, bajos rendimientos escolares, tristeza prolongada, actitudes desafiantes, etc.... de los cuales, se quejan los padres. Estas quejas hacen que la situación empeore y así, se crea un círculo vicioso.2


¿Cómo aplicar la educación positiva?


Para aplicar la educación positiva hay que tener en cuenta que se trata de una educación emocional que responde a la necesidad de amor, afecto y seguridad, pero también unas estructuras y orientaciones acompañadas de un sentimiento de seguridad, estableciendo así reglas de vida y poniendo límites.


En otras palabras, estar abierto emocionalmente y no tener miedo de expresarlo.

Por ejemplo, si amamos, lo decimos, alentamos, pasamos momentos especiales con el niño, intentamos entender, explicamos las reglas a seguir, nos mostramos el ejemplo y nos felicitamos cuando se comporta bien.2


Poner límites no significa ser duro o estricto. Todo niño necesita límites. Esto es importante para su seguridad y la de los demás. La diferencia entre la educación positiva y los demás estilos educativos es la manera cómo establece estos límites.


Si lo hace con paciencia y gentileza, recordando siempre adaptarse a la edad del niño, el aprendizaje se hará fácilmente. Si, por lo contrario, se trata de un desafío, la relación se deteriorará.


La educación positiva promueve la aplicación de tres conceptos:


• Reconocimiento, escuchándolos y apreciándolos como individuos plenos.

• Empoderamiento, que refuerza en ellos un sentido personal de competencia y liderazgo.

• La educación no violenta, que excluya cualquier castigo corporal o psicológicamente humillante.2


Diferencia de actitud entre estilos educativos


Decidir todo por un niño sin ofrecerle una explicación o la oportunidad de desafiarlo no es aceptable. Asimismo, dejar que el niño haga lo que quiera tampoco es realista. En estas dos situaciones, las consecuencias pueden ser peligrosas y hasta destructivas. La educación permisiva y la autoritaria se basan en actitudes que son contraproducentes y que deben evitarse. Por ejemplo:


Educación permisiva

  • "Si lo molesto, lo traumatizaré"

  • "Él sufrirá por mi culpa"

  • "Ya no me va a querer"

  • "Voy a ser una mala madre / un mal padre"

Educación autoritaria


  • "Si mi hijo me ama, debe comportarse como yo quiero"

  • "Es porque no hace lo que yo digo que empiezan los problemas"

  • "Tengo razón, me criaron así y sé lo que es bueno para él"

  • "No es capaz de saber qué hacer o pensar"


La idea central es brindarle una base estable, un marco educativo coherente que le permite expresar su frustración libremente, pero de manera adecuada. No solo se sentirá empoderado, sino también con una sensación de seguridad, debida a los límites establecidos por los padres.2


Contrario a la opinión popular, la educación positiva sí se basa en seguir reglas, pero con la lógica de que para que estas reglas sean respetadas, deben cumplirse ciertas condiciones:


  • Deben ser fáciles de entender

  • No pueden cambiar constantemente

  • No deben ser demasiadas

  • Deben adaptarse al contexto y a la edad*

*En niños mayores y adolescentes, las reglas se convierten en una "advertencia" (drogas, sexualidad, etc.)


Actitudes básicas en educación positiva


Lo que ayuda a mantener una relación sana con los niños son las actitudes positivas, que deben mantenerse en caso de conflicto (o no). Entre ellas encontramos:

  • Estar presente/disponible con regularidad, incluso por períodos cortos (en caso de separación, viaje, divorcio, etc.).

  • Saber distinguir entre acciones y personalidad (lo que hace su hijo, no lo define como persona).

  • Valorar y animar, incluso cuando se trata de un comportamiento que considera "normal".

  • Disculparse y explicar (porque a veces, los padres también cometen errores).

  • Jugar, para que aprendan a respetar las reglas del juego, a interactuar y a promover la cohesión familiar.

  • Respetar a su hijo


Para los padres es más fácil imaginar que es el niño quien tiene "un problema" y no la relación que uno desarrolla con él. De hecho, los padres suelen ser los más difíciles de convencer de su necesidad de ayuda. Especialmente cuando se trata de cambiar su actitud y darse cuenta de que a menudo, el niño no tiene un problema psicológico real.


Por eso es importante hacerse, como padre, algunas preguntas simples (pero importantes) para ayudar a identificar SI hay un problema y cual sería:

  • ¿El tema del conflicto es realmente serio?

  • ¿Soy demasiado exigente?

  • ¿Y si el problema fuera yo? / ¿Fuimos nosotros?


La autoridad es esencial para que los niños se desarrollen de una manera saludable y productiva. El secreto que ofrece la educación positiva es que permite evitar una lucha de poder entre padres e hijos. Permite al niño comprender por sí mismo por qué los límites son necesarios en lugar de imponérselos sin explicación y saber que pase lo que pase, puede acudir en cualquier momento a su padre, por la relación de confianza que comparten.1


Lic. Pascale Anacreon

Psicóloga Clínica

Especialidad en Niños y Adolescentes


1Chambry, J., Sabaté, B., & Gravillon, I. (2017). Peut-on exercer une autorité «positive»?. L'école des parents, (1), 44-47.

2Desvignes, V., & Martin-Lebrun, E. (2019). Pédiatrie ambulatoire-2e édition. Doin.

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